https://drive.google.com/file/d/0BxPnCQ0dyqXobmVxMlJQS21JMjg/view
La década de los setenta supone un hito en general para Tolmo. Este tiempo se podría dividir en dos: Los primeros años de la década, cuyo principal hito es la cantidad de trasiego de artistas, que aportarán a los miembros de Tolmo experiencias, ideas, y, sobre todo, un bagaje cultural muy amplio. Tolmo comienza como un grupo de artistas que quieren trabajar para dar a conocer el “arte moderno” en Toledo. Pero lo que ni ellos se pensarían es que, la misma situación que en su época impedía la propagación de la cultura en la ciudad de Toledo, a ellos le iba a favorecer, ya que ese ambiente de la España de los setenta facilitó el contacto con otros artistas ya consagrados internacionalmente. En estos momentos la organización y exposición de obras de arte, de artistas de renombre nacional se hizo de manera amigable. Los artistas de Tolmo tenían la facilidad de hacerse amigos de artistas españoles como Canogar, Lucio Muñoz, Juana Mordó, Venancio Blanco, Alberto Sánchez...etc., una lista muy larga de artistas, que expusieron su obra en la Galería y que –gracias a Tolmo– trajeron a Toledo el arte de vanguardia que se estaba realizando en la España –un tanto ya aperturista– de la dictadura de Franco. El contacto con los artistas era directo, sin intermediarios, sin comisarios ni manager, “los Tolmo” y los artistas hablaban y negociaban y la amistad surgía de manera fácil, que eso solo se pudo llevar a cabo dentro de esa España en la que les tocó vivir, y que a ellos –en otros momentos– les supuso una desventaja por un lado, pero en este caso les favoreció; en cuanto a la segunda mitad de la década de los setenta supuso la internacionalización de Tolmo, ya que en este término aunarán sus fuerzas para salir de su ámbito local y comenzarán una serie de exposiciones en el extranjero.
En los primeros años de la década de
los setenta, un momento decisivo para Tolmo fue la celebración del Certamen
Nacional de Pintura que se realizó en
Santa Cruz de la Zarza
(Toledo), donde conocieron a los artistas
Lucio Muñoz[1], Amalia Avia, y al crítico
de arte José María Moreno Galván. Esto les permitió el acceso y los primeros
contactos con el artista toledano Rafael Canogar, que acababa de obtener el
Gran Premio de la Bienal
de Sao Paulo, en Brasil. La juventud de los miembros del grupo, y el contacto con
artistas de otros lugares impulsan el ánimo
a trabajar por aquello que parece ir contracorriente. En diciembre de
1971, la galería se inauguró con la exposición del toledano Rafael Canogar[2].
Son dos hechos importantes en las vidas de sus fundadores: por una parte
emprenden una actividad-empresa, que supone un paso adelante y arriesgado; por
otra parte, el apoyo de Canogar supuso la confirmación de que el camino elegido
era certero. Sin embargo, visto que el contacto con otras personas le hace
bien. Tolmo inicia una “pasarela” de artistas por su Galería. Muchos de los
mejores artistas de la época colgaron sus obras en la Galería Tolmo. La retina del
artista es como el objetivo de la cámara, la retina ve y el cerebro almacena,
no se sabe en qué momento se revelará lo observado. Así en este primer momento,
Tolmo –compuesto por Raimundo de Pablos, Rojas, Luis Pablo y Beato– tienen
entre sus manos obras de autores figurativos como Venancio Blanco, Perelló,
Amalia Avia, así como el profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, don Cecilio
Mariano Guerrero Malagón. Estos crean con un arte muy personal, lejos de lo
convencional y, de ninguna manera, anclados en la escuela decimóninoca
española. Son de las primeras vanguardias españolas, que han aportado un peso
importante al arte español, que ven en el naturalismo la proyección universal
de la creación estética. Hay que reconocer que los años cincuenta, sesenta y
setenta son confusos para el arte, pero entre la confusión se destacan los
seguidores de la novísima estética del naturalismo[3].
Tendrán la oportunidad de ver obras de Lucio Muñoz y de Rafael Canogar, ambos
representantes del grupo El Paso, representantes del informalismo y de las
segundas vanguardias españolas. Los miembros de Tolmo no se sienten influenciados
directamente por ninguno de ellos, pero no cabe duda, que reafirmará
a los distintos miembros en su posición estética ante el arte.
Así, “los Tolmo” que optan por el
naturalismo, figurativismo o realismo, encontraran un apoyo en aquellos; y los
que buscan sus manifestaciones plásticas más encaminadas al informalismo,
expresionismo u otros “ismos”, verán su espejo en los otros. No se trata de
copiar a otros, sino de compartir aquello que está dentro de su mentalidad de
esta década. El flujo de ideas no es unidireccional de los artistas que vienen
a la Galería Tolmo ,
sino que también Tolmo y su diversidad
aportan ideas, frescura, ilusión, entrega. En cualquier caso, muchas veces el
influjo no procede tanto de las obras, o de su forma de proceder, sino del trato
con ellos, de sus planteamientos filosóficos, estéticos y artísticos. Las
conversaciones desde la amistad, los comentarios –a veces sin reflexión, pero
que dejan ver su interior– afianzan o incluso rectifican aquello que un artista
joven está viviendo en sus propios planteamientos.
En la temporada 1975-76 –ya en la
segunda mitad de la década de los setenta– Tolmo comienza su proyección fuera
de Toledo. Primero viaja al extranjero,
a la galería Sanko de Tokio, después al Centro Cultural de Nara, más tarde a la Junior Champer de Takaoka. Sin
despreocuparse por ello de su carrera nacional. Así, en la primavera de 1976, realizan una
exposición en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. En estos momento Tolmo
asiste a la Feria Internacional
de Basilea (Suiza) ART -7/76, y a la de ARTE-EXPO 76 de Barcelona. También
organiza la exposición itinerante de un artista suizo Gubler que recorrerá
Toledo, La Coruña ,
Madrid, Zaragoza, Alicante y Calahorra.
Toda esta proyección nacional e internacional va a aportar al grupo una
serie de contactos e influencias que
dejarán huella en su espíritu artístico. En 1977, en colaboración con la Fundación
Nika Kai de Japón, organiza una importante muestra de arte
contemporáneo español en el Museo de Arte moderno de Tokio que se hace
itinerante por Nagoya, Kyoto y Osaka.
Una aventura importante para Tolmo es
su apertura a otros ámbitos culturales. Así, se realizan recitales de poesía
que tienen lugar en la galería. También se instauran los Premios Adonais y
ciclos de cine-coloquios, o recitales de música, como la del guitarrista
clásico Demetrio Ballesteros, o los conciertos de la pareja de violinistas
Javier Comesaña y Paulina Klotieskalla.
[1] Lucio Muñoz artista
informalista estaba casado con Amalia Avia, pintora del panorama artístico
español de la escuela madrileña. Nacida en Santa Cruz de la Zarza (Toledo)
[2] Rafael Canogar, expone cedido por la Galería
Juana Mordó, ya que Rafael Canogar tenía la exclusiva
expositiva en esta Galería.
[3]WORRINGER, W: Abstracción y Naturaleza. 1953.
Worringer define el naturalismo:“...cuando
digo “naturalismo” aludo precisamente a todo lo contrario de la pura imitación
de la naturaleza, sino el naturalismo como el acercamiento a lo orgánico y
vitalmente verdadero, y no porque se hay querido representar un objeto natural
apegándose fielmente a su corporeidad, no porque se haya querido dar la ilusión
de lo viviente, sino por haberse despertado la sensibilidad para la belleza de
la forma orgánica y vitalmente verdadera,
y por el deseo de satisfacer esta sensibilidad rectora de la voluntad
artística absoluta. En el naturalismo se aspira a la dicha artística absoluta.
En el naturalismo se aspira a la dicha que da lo orgánico-viviente, no a la de
lo vitalmente verdadero...”.
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