miércoles, 17 de febrero de 2016

TOLMO Y LA DÉCADA DE 1970

https://drive.google.com/file/d/0BxPnCQ0dyqXobmVxMlJQS21JMjg/view

La década de los setenta supone un hito en general para Tolmo. Este tiempo se podría dividir en dos: Los primeros años de la década, cuyo principal hito es la cantidad de trasiego de artistas, que aportarán a los miembros de Tolmo experiencias, ideas, y, sobre todo, un bagaje cultural muy amplio. Tolmo comienza como un grupo de artistas que quieren trabajar para dar a conocer el “arte moderno” en Toledo. Pero lo que ni ellos se pensarían es que, la misma situación  que en su época impedía la propagación de la cultura en la ciudad de Toledo, a ellos le iba a favorecer, ya que ese ambiente de la España de los setenta facilitó el contacto con otros artistas ya consagrados internacionalmente. En estos momentos la organización y exposición de obras de arte, de artistas de renombre nacional se hizo de manera amigable. Los artistas de Tolmo tenían la facilidad de hacerse amigos de artistas españoles  como Canogar, Lucio Muñoz, Juana Mordó, Venancio Blanco, Alberto Sánchez...etc., una lista muy larga de artistas, que expusieron su obra en la Galería y que –gracias a Tolmo– trajeron a Toledo el arte de vanguardia que se estaba realizando en la España –un tanto ya aperturista– de la dictadura de Franco. El contacto con los artistas era directo, sin intermediarios, sin comisarios ni manager, “los Tolmo” y los artistas hablaban y negociaban y la amistad surgía de manera fácil, que eso solo se pudo llevar a cabo dentro de esa  España en la que les tocó vivir, y que a ellos –en otros momentos– les supuso una desventaja por un lado, pero en este caso  les favoreció; en cuanto a la segunda mitad  de la década de los setenta supuso la internacionalización de Tolmo, ya que en este término aunarán sus fuerzas para salir de su ámbito local y comenzarán una serie de exposiciones en el extranjero.
En los primeros años de la década de los setenta, un momento decisivo para Tolmo fue la celebración del Certamen Nacional de Pintura  que se realizó en Santa Cruz de la Zarza (Toledo), donde conocieron a los artistas  Lucio Muñoz[1], Amalia Avia, y al crítico de arte José María Moreno Galván. Esto les permitió el acceso y los primeros contactos con el artista toledano Rafael Canogar, que acababa de obtener el Gran Premio de la Bienal de Sao Paulo, en Brasil. La juventud de los miembros del grupo, y el contacto con artistas de otros lugares impulsan el ánimo  a trabajar por aquello que parece ir contracorriente. En diciembre de 1971, la galería se inauguró con la exposición del toledano Rafael Canogar[2]. Son dos hechos importantes en las vidas de sus fundadores: por una parte emprenden una actividad-empresa, que supone un paso adelante y arriesgado; por otra parte, el apoyo de Canogar supuso la confirmación de que el camino elegido era certero. Sin embargo, visto que el contacto con otras personas le hace bien. Tolmo inicia una “pasarela” de artistas por su Galería. Muchos de los mejores artistas de la época colgaron sus obras en la Galería Tolmo. La retina del artista es como el objetivo de la cámara, la retina ve y el cerebro almacena, no se sabe en qué momento se revelará lo observado. Así en este primer momento, Tolmo –compuesto por Raimundo de Pablos, Rojas, Luis Pablo y Beato– tienen entre sus manos obras de autores figurativos como Venancio Blanco, Perelló, Amalia Avia, así como el profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo, don Cecilio Mariano Guerrero Malagón. Estos crean con un arte muy personal, lejos de lo convencional y, de ninguna manera, anclados en la escuela decimóninoca española. Son de las primeras vanguardias españolas, que han aportado un peso importante al arte español, que ven en el naturalismo la proyección universal de la creación estética. Hay que reconocer que los años cincuenta, sesenta y setenta son confusos para el arte, pero entre la confusión se destacan los seguidores de la novísima estética del naturalismo[3]. Tendrán la oportunidad de ver obras de Lucio Muñoz y de Rafael Canogar, ambos representantes del grupo El Paso, representantes del informalismo y de las segundas vanguardias españolas. Los miembros de Tolmo no se sienten influenciados directamente por ninguno de ellos, pero no cabe duda, que  reafirmará  a los distintos miembros en su posición estética ante el arte.
Así, “los Tolmo” que optan por el naturalismo, figurativismo o realismo, encontraran un apoyo en aquellos; y los que buscan sus manifestaciones plásticas más encaminadas al informalismo, expresionismo u otros “ismos”, verán su espejo en los otros. No se trata de copiar a otros, sino de compartir aquello que está dentro de su mentalidad de esta década. El flujo de ideas no es unidireccional de los artistas que vienen a la Galería Tolmo, sino que  también Tolmo y su diversidad aportan ideas, frescura, ilusión, entrega. En cualquier caso, muchas veces el influjo no procede tanto de las obras, o de su forma de proceder, sino del trato con ellos, de sus planteamientos filosóficos, estéticos y artísticos. Las conversaciones desde la amistad, los comentarios –a veces sin reflexión, pero que dejan ver su interior– afianzan o incluso rectifican aquello que un artista joven está viviendo en sus propios planteamientos.
En la temporada 1975-76 –ya en la segunda mitad de la década de los setenta– Tolmo comienza su proyección fuera de  Toledo. Primero viaja al extranjero, a la galería Sanko de Tokio, después al Centro Cultural de Nara, más tarde  a la Junior Champer de Takaoka. Sin despreocuparse por ello de su carrera nacional. Así,  en la primavera de 1976, realizan una exposición en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo de Madrid. En estos momento Tolmo asiste a la Feria Internacional de Basilea (Suiza) ART -7/76, y a la de ARTE-EXPO 76 de Barcelona. También organiza la exposición itinerante de un artista suizo Gubler que recorrerá Toledo, La Coruña, Madrid, Zaragoza, Alicante y Calahorra.  Toda esta proyección nacional e internacional va a aportar al grupo una serie de contactos  e influencias que dejarán huella en su espíritu artístico. En 1977, en colaboración con la Fundación Nika Kai de Japón, organiza una importante muestra de arte contemporáneo español en el Museo de Arte moderno de Tokio que se hace itinerante por Nagoya, Kyoto y Osaka.

Una aventura importante para Tolmo es su apertura a otros ámbitos culturales. Así, se realizan recitales de poesía que tienen lugar en la galería. También se instauran los Premios Adonais y ciclos de cine-coloquios, o recitales de música, como la del guitarrista clásico Demetrio Ballesteros, o los conciertos de la pareja de violinistas Javier Comesaña y Paulina Klotieskalla.





[1] Lucio Muñoz artista informalista estaba casado con Amalia Avia, pintora del panorama artístico español de la escuela madrileña. Nacida en Santa Cruz de la Zarza (Toledo)
[2] Rafael Canogar, expone cedido por la Galería Juana Mordó, ya que Rafael Canogar tenía la exclusiva expositiva en esta Galería.
[3]WORRINGER, W: Abstracción y Naturaleza. 1953. Worringer  define el naturalismo:“...cuando digo “naturalismo” aludo precisamente a todo lo contrario de la pura imitación de la naturaleza, sino el naturalismo como el acercamiento a lo orgánico y vitalmente verdadero, y no porque se hay querido representar un objeto natural apegándose fielmente a su corporeidad, no porque se haya querido dar la ilusión de lo viviente, sino por haberse despertado la sensibilidad para la belleza de la forma orgánica y vitalmente verdadera,   y por el deseo de satisfacer esta sensibilidad rectora de la voluntad artística absoluta. En el naturalismo se aspira a la dicha artística absoluta. En el naturalismo se aspira a la dicha que da lo orgánico-viviente, no a la de lo vitalmente verdadero...”.

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