lunes, 1 de febrero de 2016

ESCUELA DE VALLECAS

Al término de la Exposición de Artistas Ibéricos, muchos de los participantes, como se ha dicho, toman la determinación de viajar a París, centro capital del arte europeo; sin embargo, no ocurre así con el pintor albaceteño Benjamín Palencia, ni con el escultor toledano Alberto Sánchez, quienes permanecen en España trabajando su propio lenguaje, muy apegados a la naturaleza castellana, “…Palencia y yo quedamos en Madrid con el deliberado propósito de poner en pie el nuevo arte nacional, que compitiera con el de París…”[1]. Así, trascurridos ya dos años de ésta, comienzan una etapa en la que ambos se sienten muy cómodos paseando creativamente por la naturaleza y es, en contacto con ésta y mediante largas conversaciones, cuando plantean la renovación del arte español[2] como respuesta al movimiento vanguardista internacional. Ambos sienten la necesidad de revitalizar la tradición del paisaje castellano, pero a través de un lenguaje propio. Así, a una temática tradicional aportan una renovación formal del Fauvismo y del Cubismo, para lo que utilizan sobre el lienzo un emplaste grueso y texturado, consiguiendo la unión de la tradición formal con la renovación creativa.
El grupo no emite ningún manifiesto plástico, ni una orientación estética aglutinante. Inmersos entre el postcubismo y el Surrealismo naciente, todo su objetivo se centra en que el lenguaje artístico español compitiese con los posicionamientos vanguardistas europeos. Dice Alberto Sánchez, “…yo quería hacer un arte revolucionario que relegase una nueva vida social, que yo veía reflejada plásticamente en el arte de los anteriores periodos históricos, desde las Cuevas de Altamira hasta mi tiempo. Me di a la creación de formas escultóricas, como signos que descubrieran un nuevo sentido de las artes plásticas. Me dediqué a dibujar con pasión, de la mañana a la noche. A través de aquellos dibujos que hacía para buscar posibles esculturas, para darme cuenta de que era sumamente difícil salir de todo lo que a uno le rodea. Esos dibujos que mostraba y que nadie entendía porque los veían fragmentados; para mi estaba claro que eran trozos de caballo, de mujeres, de animales, mezclados con montes, campos, trozos de maquinaria. Eso me llevó a la conclusión de que todo lo que pudiera hacer yo en forma plástica existía ya. Entonces vi clarísimamente, según mi punto de vista, que nunca lograría crear cosas inexistentes…”[3]
A partir de 1927, los miembros se citan en Atocha hacia las tres y media de la tarde de cada día; éste es su punto de partida, desde donde hacen distintos recorridos buscando motivos inspiradores de su creatividad. Uno de ellos irá por la vía ferroviaria hasta las cercanías de Villaverde Bajo y, sin cruzar el río Manzanares, siguen hacia el Cerro Negro, desde donde se dirigían hasta Vallecas. Terminaban en el Cerro Almodóvar, que lo bautizaron como “Cerro Testigo”, pues desde él debía partir la nueva visión del arte español. “Aprovechamos un mojón que allí había, para fijar sobre él nuestra profesión de fe plástica, en una de sus caras escribí mis principios; en otra, puso Palencia los suyos, dedicamos la tercera a Picasso. Y en la cuarta pusimos los nombres de diversos valores plásticos e ideológicos, los que entonces considerábamos más representativos; en esa cara aparecían los nombres de Eisenstein, El Greco, Zurbarán, Cervantes, Velázquez y otros.”[4]
A estos contactos con la naturaleza, se unen los pintores Juan Manuel Caneja, Maruja Mallo, Luis Castellanos o Luis Felipe Vivanco, así como literatos de la talla de Federico García Lorca, Rafael Alberti o José Herrera “Petere”. Todo un elenco que aportará un panorama artístico de la situación inmediatamente antes de la Guerra Civil, que fue el nexo de unión para los planteamientos que se retomarán una vez finalizada esta contienda.


https://drive.google.com/file/d/0BxPnCQ0dyqXoOUhiVXVfT0hoQzA/view
http://www.vallecastodocultura.org/cabecera/HISTORIA/Escuela.htm




[1]R. Chavarri, Mito y realidad de la Escuela de Vallecas. Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, S.A. 1975, p.37.
[2]Ibíd., “…afirman su deseo de un reencuentro con lo español y de manera más concreta con el medio rural…”. p.18.
[3]Ibíd., p.30.
[4]Francisco Calvo Serraller, Escuela de Vallecas (Libro editado con motivo de la Exposición de autores de la citada escuela, en el C.C Alberto Sánchez, entre el 18 de diciembre de 1984 a 23 de enero de 1985). Madrid, 1984, p. 37.

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