domingo, 28 de abril de 2019


En homenaje a JOSÉ FERNÁNDEZ-ARROYO FERNÁNDEZ DE SIMÓN, le conocí a través de una entrevista telefónica, y rápidamente me cautivó, a penas manejaba los ordenadores, por lo que no me pudo enviar mucha información, pero su conversación era amena y lucidez. Me estuvo hablando de cómo se vivió el postismo, de cómo escondían bajo títulos cristianos o clásicos poemas, pinturas, esculturas, y arte en general, ya que pasaban la censura. Con él me eché unas risas, de esas escandalosas que me caracterizan, lo que daba alas a una mente con experiencia y mucho tiempo libre.

José Fernández-Arroyo nació en Manzanares en el año 1928. Poeta, escultor y pintor, en 1951 se traslada a Madrid y se relaciona con artistas de la estética postista[1], como los poetas Ángel Crespo, Eduardo Chicharro y Gabino Alejandro Carriedo, o el pintor Gregorio Prieto. A partir de este momento colabora activamente en las revistas del grupo. Deucalión, El pájaro de Paja, la colección Doña Endrina y Triloe, entre otras, son sus primeras manifestaciones literarias, a los que siguen numerosas publicaciones poéticas junto con la revista “Cáscara amarga”.
Además de su obra literaria, a partir de 1962 cultiva la escultura en hierro, una vez que se relaciona, entre otros, con el pintor manzanareño Antonio Iniesta, con los pintores Antonio Guijarro, Gregorio Prieto o Agustín Úbeda y el escultor conquense Leonardo Martínez Bueno. Aunque no se considera escultor sino simplemente “alguien afín a la poética de las artes plásticas”, en su dilatada trayectoria escultórica ha trabajado los diferentes materiales (madera, piedra, bronce, hierro), “Yo me siento más poeta que escultor […] la mayor parte de mi obra es en hierro […] es una obra constructivista y abstracta…”[2], con numerosas exposiciones individuales.
En su obra, totalmente abstracta (figs. 150 y 151), las figuras –de geometría irregular– se disponen unas al lado de otras, con semejanza, existiendo un predominio de la composición triangular y con un cierto alargamiento, buscado por el autor, que evoca una fabulosa emoción espiritual, en una representación de la Humanidad, una metáfora poética, en la que el Hombre toma protagonismo dentro de la abstracción y con una semántica en la que siempre aparece “el hombre” como objetivo fundamental del arte.
En 1999, realiza un Exposición Antológica de su obra plástica en el Gran Teatro de Manzanares en la que presenta las pinturas y las esculturas más representativas de su trayectoria artística, desde su primera exposición individual (1962) en la sala Abril, de Madrid.

Fig. 150.- S/T
José Fernández-Arroyo
Hierro soldado,
120 x 160 x 50 cm, 1998.
Propiedad particular.
Catálogo
de la Exposición en el Gran Teatro
de Manzanares, 1999.

Fig. 151.- S/T
José Fernández-Arroyo
Hierro soldado, (1,20 x 50 x 30cm)
y (1,50 x 60 x 50 cm), 1998.
Propiedad particular. Catálogo
de la Exposición en el Gran Teatro
de Manzanares, 1999.





[1] Natividad Cepeda, El camino andado de José Fernández-Arroyo, “…el movimiento conocido como el Postismo nació en el Café Castilla de Madrid a principio de 1945. Para su presentación se repartieron unas tarjetas que llevaban el nombre de sus fundadores, Eduardo Chicharro, Briones, Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi (italiano)…,” Prometeo Digital, 2009, p.35.
[2] M. J. García Rojas, entrevista telefónica mantenida con José Fernández-Arroyo, 29 de abril de 2013.